10/27/2006

CARTA DE UNA MUJER A OTRA

(Dudé mucho en publicar esta carta. Representa un tiempo real, verdadero y doloroso en mi vida.) ¿Eres más feliz hoy? parece que sí. Brillas de otro modo, estoy segura que te ha costado, como todo a las mujeres con cerebro ¡Buena cosa! tener que parecer bonita al resto, cuando lo tuyo sobra, y más encima luchar con eso. Es casi un To be or not To be. La historia del género, cabra! No queda otra. Para qué tanta inteligencia, si es mejor que la niña, se ría bonito. Pero, aunque parezca masoquista elegiría lo mismo si volviera a empezar. Como te habrás dado cuenta estoy llena de paréntesis. Pero, esa soy yo, ahora. Sólo paréntesis en las cosas, en el espacio, en el tiempo (otra vez.... incluso en la amistad) Aunque tú no lo creas observo y si de felicidad se trata me gusta como construyes la tuya ¡ cómo alguién puede ser tan metódico!paso a paso; merecer la felicidad es un trofeo, que no todas estamos dispuestas a recibir. Pero, tú dime tú, ¿por qué? -deseas ser feliz- lo haces por ti o para ti? o es otro el camino y redunda esn esto. Y los otros ¿cómo te ven? a pesar o a propósito? suena como un trabalenguas. Pero las señales, relatan historias! de mujeres... mujercitas (en el fondo). Quisiera narrarte, todas las historias presentes y pasadas, desde el capítulo aquel en que nos quedamos; Sin embargo pasaría por enfrentar nuestros dolores, de esos momentos. y yo aún estoy sanando las heridas. Irónico mientras tú te construyes yo me recosntruyo (nuevamente). Pero, sí puedo contarte, que soy un poquito más feliz que ayer, que me importan menos algunas cosas y que toda la maravilla del mundo la encuentro en los ojitos de mi Maximiliano. Pero, es éste el mundo que nos convoca, el de lo femenino, que te agarraste con uñas e impregnaste para siempre, ahora se te sale por los poros, casi se te huele. Pero cuidado que eso engendra envidias. Bueno, total y al final "Al César lo que es del César" y ya. Más adelante, te contaré de las tristezas que de pronto tocan mi puerta, amarradas a ese aroma de mujer que tanto cuesta sobrellevar. A esa sensibilidad que no te quita la vieja costumbre de ser buena gente y prestar oreja y corazón para acoger dolores ajenos y luego a bailar otra vez ¡qué mala costumbre la mía! Me gustaría imaginar que una de nosotras está en los campos franceses y la otra en las montañas del tibet. Que nos separan las distancias, pero que así y todo hablamos. Desde adentro, lo íntimo con un lenguaje común. No de la pose de las mujerzotas que somos, sino de lo más intrinseco de lo femenino, de nuestras esencias que nos transforman querámoslo o no, Un día en musas, un día en brujas.